La Convención de Refugio (1951) establece que la persona que tenga miedo fundado de ser perseguida por razones de raza, credo, religión, pertenecer a un grupo u opinión política debe ser protegida. El refugiado es aquel que no ha podido lograr ser protegido por su país de origen contra dicha persecución. La persona que reclama refugio debe estar inhabilitada para volver a su país de origen y en caso de volver su vida estaría en peligro. La persecución debe ser ilegal por parte del gobierno o personas del gobierno, infringe daño o tiene la intensión de causar daño a quien es diferente, o piensa diferente.
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